Arqueólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han sacado a la luz el perímetro de una edificación que identifican como el palacio de los condes de
Tusculum, situado a unos 30 kilómetros del sureste de Roma. La ciudad fue arrasada por las tropas de
Enrique IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Según explican desde el CSIC, esta urbe gozó del favor de la iglesia y la nobleza italiana durante la Edad Media y llegó a competir con Roma por la supremacía política y económica de la época. Tras numerosas embestidas, la capital logró devastarla a finales del siglo XII.
Además del palacio, el equipo de arqueólogos trabaja también en el estudio de la muralla que rodeaba el municipio latino. Por el momento, los arqueólogos han sacado a la luz 80 metros de muro y en un futuro próximo esperan poder delimitar el perímetro de la fortificación.
Tusculum entró con plenos derechos en la órbita de Roma en el año 381 a.C., tras su reconocimiento como municipium. Situada entre dos de las principales vías de comunicación hacia la capital (vías Labicana y Latina), se convirtió en una ciudad próspera y a finales de la República era ya conocida como lugar de descanso de la nobleza romana: Sila, Cicerón, Tiberio, Nerón y Galba, entre otros, tuvieron sus villas en los alrededores.
En el siglo X, esta urbe se convirtió en un importante asentamiento feudal, sede de los condes de Tuscolo y más tarde también patria de pontífices, como Benedicto VIII, Juan XIX y Benedicto IX. La actual campaña de excavaciones, la decimoquinta desde que se inició el proyecto, se centra en el estudio de la sociedad medieval.
La prosperidad de Tusculum levantó las iras de Roma. Tras varios ataques frustrados, el 17 de abril de 1191, la ciudad fue desmantelada. El monarca Enrique IV, que inicialmente había favorecido a esta urbe, cedió a los halagos de Roma, que le ofrecía, a cambio de atacar a lo tuscolanos, ser coronado emperador en Roma, lo que ratificaba su poder.
Además, el emperador obtendría el permiso del Comune di Roma (institución que gobernaba) para entrar en la capital. "Este último aspecto es de gran importancia, ya que el Comune di Roma le negaba la entrada a la ciudad hasta al papa cuando surgían diferencias importantes entre el pontífice y dicha institución", concluyen las investigadoras.