sábado, 8 de octubre de 2011

Carta de Carlos III a su madre, la reina, tras la noche de bodas

Los matrimonios de conveniencia entre la realeza fueron una constante entre las monarquías europeas. Se hacían las presentaciones de los futuros contrayentes vía retratos, mejorados por la mano de los pintores de cámara, y una vez casados interpretaban su papel – para cuestiones del amor y la carne se buscaban su propios arreglos- . Pero el caso que hoy nos ocupa, el matrimonio entre Carlos III y Maria Amalia de Sajonia, fue un flechazo a primera vista.
Carlos III
María Amalia

El cadáver que engañó a Hitler

El 30 de abril de 1943, un pescador encontró un cadáver en estado de descomposición en la playa de Punta Umbría (Huelva). El cuerpo era de un hombre adulto vestido con una gabardina, un uniforme y botas, con un maletín atado a la cintura. Su cartera lo identificó como el Mayor William Martin del ejército británico. Las autoridades españolas lo pusieron en conocimiento del cónsul británico, Francis Haselden, y en su presencia, se abrió el maletín… en su interior un sobre lacrado del ejército británico. Durantes los siguientes días, los telegramas de Londres a Madrid se repetían constantemente: “había que recuperar el contenido del sobre“.

Recordemos que España en la II Guerra Mundial ocupó una posición “neutral” pero a nadie extrañaba las simpatías de parte de ejército con los alemanes y que en España campaban a sus anchas los espías. Aquella intensa actividad entre Madrid y Londres, alertó a los espías alemanes que no tardaron en conseguir la información que contenía el misterioso sobre: era una carta personal del Teniente General Archibald Nye, del Estado Mayor Británico, al General Harold Alexander, al mando de las fuerzas en el Norte de África, en la que se detallaban los planes de los aliados:
tras el éxito de las campaña en el Norte de África cruzarían el Mediterráneo para lanzar un ataque contra Grecia y Cerdeña.
Hitler recibió la información y ordenó reforzar sus posiciones en Grecia y Cerdeña, la Operación Picadillo (Operation Mincemeat) había tenido éxito. Los aliados invadían Sicilia el 10 de julio de 1943, su verdadero objetivo.
Fue un gran éxito de la inteligencia británica que logró engañar a Hitler con el Mayor William Martin… que nunca existió. Todo se preparó al milímetro: se busco un cadáver en la morgue de Londres (años después se descubrió que era un vagabundo llamado Michael Glyndwr); entre sus pertenencias se colocaron cartas de una novia y el recibo de un anillo; para la foto del pasaporte se buscó alguien parecido al muerto; su muerte se publicó en The Times; se dejó el cuerpo en España sabiendo que las noticias llegarían a Berlín… Un plan perfecto.
Fuentes: The New Yorker, BBC, The Guardian

Lanza en ristre


El dicho “estar con la lanza en ristre” indica que alguien está dispuesto para contestar o luchar por algo con firmeza o emprender una acción complicada. También se usan expresiones similares como “se dirigió allí lanza en ristre”, con el mismo sentido. La explicación de este dicho es tan sencilla como lógica y descansa en lo que es el ristre.

El ristre, que pueden ver claramente en la parte izquierda del pecho de la imagen que acompaña esta entrada, es una pieza que se incorporaba en las armaduras con el objeto de apoyar y sujetar (para que no cayera y también para que no se desplazara hacia atrás) la lanza en las acometidas. Como salvo en combate, el resto del tiempo podría ser más un estorbo que una ayuda, estas piezas solían tener un sistema por el que se abatían, quedando paralelas al pecho y molestando menos. En cualquier caso, llevar una armadura ya debía ser suficiente molesto y complicado.

Fuente: Curistoria.

Espadas vikingas

Gracias a los restos encontrados de la batalla de Visby (1361) podemos hacernos una idea del tipo de armas que manejaban en aquella época los vikingos. En esta batalla, guerreros daneses se enfrentaron a guerreros suecos y gracias al estudio de los huesos hallados se puede ver la efectividad de las espadas que utilizaron.

Según parece, la fuerza de aquellos guerreros y su efectividad con la espada eran tremendas ya que de un total de 241 lesiones craneales investigadas, el 54% suponían un único corte en el cráneo. Es decir, el tipo había dado un espadazo, uno solo, y había atravesado el casco y cualquier otra protección de la cabeza para acabar rompiendo el hueso y causando la muerte.

También hay casos de huesos, en estos restos, seccionados totalmente y de forma limpia. Se encontró un esqueleto que mostraba ambas piernas seccionadas de un solo golpe. O había un pie arrancado de un solo corte

Y luego nos parecen exageradas algunas escenas de películas en las que se muestran este tipo de cosas, brazos y piernas amputados por doquier y espadazos que se hunden en la cabeza dejando el casco hecho un guiñapo.

Fuente: La Aventura de la Historia, número 103

El bazooka era un instrumento musical

Bob Burns, un americano nacido en agosto de 1890, fue un comediante famoso durante los años 30 y 40 del siglo XX, pero además, fue también un militar. Músico desde que era un jovencito, le gustaban especialmente el trombón y la corneta, y a los 13 años ya tenía su propia banda.

Un día cogió una tubería de gas y sopló por ella produciendo un extraño sonido. Siguió trabajando en el instrumento y acabó poniendo al final de la tubería un embudo. Con esto era capaz de producir un sonido parecido al de un saxo, con un rango de seis notas. Sus representaciones con el instrumento eran toda una atracción por la mezcla de comicidad y de virtuosismo de jazz.

Durante la Primera Guerra Mundial formó parte del Cuerpo de Marines y viajó hasta Francia para combatir. Siendo sargento, formó la banda de jazz del cuerpo de marines y comenzó a usar su invento personal: la tubería con el embudo al final. Después de la guerra, se paseó por las radios de EEUU tocando música.
 

Y cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, el ejército de los EEUU comenzó a probar una nueva arma antitanque que se apoyaba en hombro del soldado para disparar. Era el M1A1. Los soldados que estaban probando el arma conocían el instrumento musical de Burns y concluyeron que las similitudes en las formas de ambos eran sorprendentes. Y así, comenzaron a llamar a aquel M1A1 como Burns llamaba a su invento musical: Bazooka. Y así, lo que todos hoy conocemos como bazuca o bazooka (en su versión inglesa), debe su nombre en realidad un instrumento musical que no era más que una tubería de gas con un embudo al final.

Fuente: The greatest war stories never told, de Rick Beyer

El origen del golf: los romanos

Los romanos del siglo I jugaban a un juego que podemos considerar el antecesor más remoto del golf actual: el paganica. Se jugaba en un campo de hierba y consistía en golpear con una garrota una pelota rellena de plumas. Según parece, los legionarios eran verdaderos forofos (fósforos que diría Carlos Herrera) de este deporte. Tenía diferencias con el golf, como era de esperar, pero también tenía similitudes, lo que no lo era tanto.

Del paganika se pasó a la cambuca, ya en el siglo XII y si bien ambos tenían un palo y una pelota, como el golf, el objetivo era diferente. Había que conducir a base de golpes la pelota de un lado al otro del campo pero faltaba un elemento esencial del golf, el agujero.

Y así llegamos al origen más cercano e íntimo del golf actual. El het kolven se jugaba en los Países Bajos y hasta ha aportado parte de su terminología al golf. En torno al año 1500 hay una referencia a este juego en un libro de horas y las ilustraciones muestran un campo ya con agujero.

El golf tiene mucha más historia y el camino desde el het kolven hasta Tiger Woods (en el aspecto deportivo del personaje, claro está) es aún largo. Otro día les contaré algún chascarrillo más sobre este deporte, como que llegó a prohibirse porque distraía a los nobles y soldados de otras prácticas deportivas más útiles en caso de guerra, como la equitación o el tiro con arco.

Fuente: Curistoria.

Las naumaquias

La palabra naumaquia significa literalmente “combate naval” y eso es exactamente a los que se refiere. Concretamente a las recreaciones de batallas navales que hacían los romanos, como espectáculo y como entretenimiento. También se usa en ocasiones esta palabra para designar el lugar en el que se celebran dichas recreaciones. Y es aquí donde está lo más llamativo.

Si los romanos recrearan las batallas en un río o en el mar, sería todo un lujo, pero iban más allá. No reparaban en gastos y también hacían estas recreaciones en plena tierra, inundando los anfiteatros para la ocasión. Un combate naval recreado con barcos reales y miles de extras en medio de la tierra debía ser una maravilla, especialmente cuando se podía ver sentado. Por cierto, los extras solían ser esclavos y condenados a muerte y en ocasiones llegaban a los 20.000.

Como es lógico, algo así no podía ponerse en marcha todos los días y únicamente en las ocasiones más señaladas se hacía tal esfuerzo. Julio César, Augusto o Claudio llevaron a cabo naumaquias durante sus mandatos.
Fuente: curistoria.